UNA HORA.
Llegaron por la mañana. Habían planeado ir a la playa y después a un cercano restaurante para degustar una mariscada. Estacionaron cerca del mar. Casi podían pisar la arena.
El día marchó según lo planificado. Cuando llegaron al coche para regresar, él le preguntó que por que lucían los faros.
Ella pensó que los había dejado encendidos y deseo estar equivocada.
El motor de arranque carraspeó. Quería funcionar pero le faltaba energía.
Serían las diez de la noche, estaba próximo el fin del verano y ya había anochecido.
Buscó entre la documentación y por fin lo encontró. Marcó el número y una amable voz le consoló. Llegarían en media hora desde el pueblo más cercano.
Esperaron riéndose de la situación.
Un vehículo se detuvo a su altura y una pareja les arrancó el coche.
Ya de regreso se percataron. La hora no les cuadró. Habían perdido una hora comptleta.
Un hora sin explicación. Llegaron de madrugada.
Nunca volvieron a comentar que les había sucedido con el tiempo.