EL BUFON DEL REY

Ana ruiz de Eguilaz Lodosa



Hola, en esta ocasión, voy a salirme de la línea del estilo de mis relatos, vivimos unos tiempos convulsos en que están aflorando las verdaderas esencias de cada uno.

Mientras estamos confinados por las circunstancias en que nos encontramos, unos permanecen en sus casas saliendo lo mínimo posible, otros deben cumplir irremediablemente con su deber esponiéndose a la "peste" (metafóricamente hablando) y otros, anónimamente y sin deseo de ninguna notoriedad, aportan su grano de arena en medida de sus posibilidades. 

Observo tristemente como ha surgido una ... la llamaré tendencia, de denunciarse entre vecinos, tal vez presas del pánico, imagino que  abrumados por la situación.

Es esto último lo que me ha hecho recordar una fábula que leí hace muchos años y que cuenta lo siguiente:


" Un rey se aburría en su corte, decidió llamar al bufón y exigirle que inventara un juego para entretenerle y hacerle reír. Si el juego que le iba a preparar no le gustaba, lo pagaría con la muerte. Le dio tres días para pensar en él.

El bufón no descansó en dos días, y resignádose a su trágico final, fue a dar un paseo por el pueblo. Fue entonces, observando la actitud de la gente cuando decidió que juego iba a presentar en la corte.

El tercer día, el rey le requirió para que le presentara el juego. El bufón se lo explicó:

- He pensado en llamar a dos villanos cualesquiera del pueblo. Su majestad les dirá que pidan cada uno un deseo por turnos que se les concederá, que podrán pedir lo que quieran. Pero teniendo en cuenta que lo que pida uno, al otro se le concederá dos veces, y así con ambos.

Al rey no le gustó tener que dar tres cosas a cada aldeano, pero el bufón le convenció diciendo que por lo que había podido ver en su paseo por el pueblo, no iba a tener que concederles mucho.

El rey accedió recordando al bufón su amenaza.

Así lo hicieron, llamaron a dos hombres, vecinos entre sí de la aldea.

Una vez ante el rey, este les dijo a ambos que iba a conceder un deseo a cada uno de ellos, que lo que pidiera uno, se entregaría por partida doble al otro. 

Los despachó y les dijo que pensaran en su deseo, que el día siguiente tendrían que comparecer ante él y pedirle lo que hubieran decido.

Al día siguiente, ambos hombres volvieron a la corte. 

Los hizo llamar por separado y preguntando al primer hombre que había decidido pedirle este le dijo:

- Quiero que me corten un brazo.

- Así sea - dijo el rey eufórico.

Hizo que el hombre saliera y llamó al segundo. Le preguntó que cual era su deseo. A lo que el hombre le respondió:

- Quiero que me saquen un ojo.

El rey estalló en una carcajada y le dijo: 

- Así sea.

Hicieron llamar al primero y el rey, antes de concederle sus deseos se dirigió a ellos:

- Pudiendo haberos puesto de acuerdo, y pedirme ambos una vaca, así hubierais conseguido tener tres los dos, el primero me ha pedido que le corte un brazo, para que a su vecino le corten los dos. Y el segundo que le saquen un ojo para que su vecino quede ciego. Os voy a conceder sendos deseos, con las condiciones que puse al principio.

El bufón observaba al rey, no le había costado nada divertirle a costa de aquellos dos labriegos, el rey no perdía y los hombres no habían ganado nada, es más, habían destrozado sus vidas por desconfianza, envidia y mezquindad."


Si algo podemos sacar de este cuento, en la época en que nos toca, es que debemos hablar más, insultarnos menos, no desearnos el mal  y apoyarnos entre nosostros, porque si no lo hacemos, ni el rey (metafóricamente en el cuento), ni su bufón, ni nadie de la corte va a mirar por nuestros intereses, por el contrario, se divierten observándonos desde su pedestal. 

Salud, y fuerza.

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