ENSO
Había acabado el confinamiento, la naturaleza había aprovechado para recuperar su espacio. Pero las calles recobraban vida.
Aunque al principio la privación de su libertad le desgarró el alma, poco a poco, su voz interna la fue calmando y se adaptó. Aprendió que la vida, como siempre hace, les estaba dando una lección, para algunos desafortunados, tal vez demasiado dura.
Durante lo que duró el encierro se hizo una promesa. No volvería a delegar sus sueños. Frente al portátil se enfrentaba a lo que iba a ser un nuevo comienzo. Lo había estado postergando mucho tiempo. Era la hora de emprender sus sueños, de ser feliz. Aún así, sentía miedo. Tomo aire y pulsó la tecla. Un click y lo había hecho, el primer paso de un camino que, aunque todavía no sabía, le conectaría con su esencia.