SONAMBULO
Siempre amanecía agotado.
Aquel día, fue distinto.
Despertó cansado y manchado por completo. Sus manos, el pijama. Se miró al espejo y confirmó su sospecha, sí, también su rostro. Envuelto en sangre.
Se desnudó frente al cristal en busca de heridas. Parecía no haberlas.
Llegó a la oficina y todos murmuraban, creyó que lo sabían. Se encerró en su despacho y dio orden de que no le pasaran llamadas.
Dos horas, no pudo aguantar más. Salió y dijo encontrarse mal. Se iba a casa.
Arrancó el coche y encendió la radio. El locutor y un corro de tertulianos comentaban una noticia.
En algún lugar de la ciudad habían hallado un cuerpo apuñalado.
Sonó el móvil. Detuvo el coche en doble fila. De la oficina. La voz de Santos atropellada.
- ¿Lo has oído?
- ¿El qué? - respondió tajante
- El director. Ya comentábamos que era raro que no hubiera venido.
- ¿Que le pasa?
- Lo han encontrado en un contenedor esta mañana.
Bajó del coche, abrió el maletero, un vistazo rápido y lo cerró.
Se preguntó si ser sonámbulo serviría como atenuante.