LA HERENCIA

Una semana había transcurrido, la habían enterrado y se había oficiado la misa por su descanso.

Sonó el teléfono. Su hermana.

- Mamá te ha dejado su colección.

Bien, pensó, no le importaba mucho lo que le hubiera legado. Siempre quiso aprender el oficio pero nunca se lo enseñó. Ahora, su secreto quedaba enterrado con ella.

Habían vivido acomodádamente, su madre fue una afamada ladrona.

A punto estuvieron de inculparla en un gran robo de joyas. El botín nunca se encontró.

Una fría tarde de otoño recogió su herencia. Una colección de muñecas que fue guardando en una caja. Cuando su madre se retiró se dedicó a fabricarlas, diseñó los trajes, las pelucas, los zapatos. Todo.

Nunca le llegaron a gustar, así que dejó la caja en un estante del sótano. 

Treinta años después los nuevos dueños de la casa redecoraron. En el sótano, entre muchos recuerdos encontraron una vieja caja deteriorada. En su interior, muñecas. Las ropas mohosas, las cabelleras con telarañas. Al cogerla esta cedió y su contenido cayó.

Entre los pedazos de porcelana y los trapos viejos que un día fueron vestidos, algo brilló. Intensamente.

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