MUDANZA

Observaban el mundo a través de una gran pantalla, cambiaban constantemente de atuendos, siempre vistiendo a la última moda. En la casa nunca hizo frío. Al anochecer, aquel cristal por el cual se asomaban al mundo quedaba en una imagen fija, a veces, de vez en cuando, algún pequeño cambio. A ellos no les importaba, vivían de noche, descansaban de día. Mientras, unos seres que se les parecían y andaban con rapidez pasaban hasta la parte trasera y después salían.

- Marta, ¿ya han llegado los nuevos?
- Si, ahí detrás están. Esta noche, habrá que cambiarlos. Desmontamos estos y los guardamos en el almacén. Ya decidirán que hacer con ellos.

Esa misma noche, Marta y dos compañeras se quedaron en la tienda. Desmontaron los maniquíes y los guardaron en cajas que cerraron y apilaron en la trastienda.

Unos nuevos inquilinos ocuparon el lugar tras los cristales, observando la pantalla dispuesta frente a sus inexpresivos ojos y vestidos de temporada.

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