AIRE
La zona habitable se había reducido. A medida que pasaba el tiempo era menor y se encontraban más hacinados.
Se adaptaban a ello a la misma velocidad que decrecía el espacio. Albergaban la esperanza de que en algún momento aquella situación parara, o tal vez, volviera a la normalidad.
Vivían allí por muchos años y si bien en alguna ocasión habían sentido menor extensión, siempre la habían conseguido recuperar.
Descansaban en la oscuridad de la noche. Aquella circunstancia no les perturbaba.
Fue súbito. Una gran explosión les despertó. Fueron arrastrados como por un torbellino sobre una superficie resbaladiza, con un tacto que no reconocían.
No podían respirar, se asfixiaban. Intentaban tomar bocanadas, pero era inútil.
El miedo se apoderaba de ellos ante su inevitable destino.
Sintieron temblar el suelo. Notaron como algo los elevaba en el aire y los zambullía de nuevo. Volvían a respirar y el miedo se disipó poco a poco.
- Menos mal que te has despertado. Mañana por la mañana compraremos un acuario más grande y mejor.
- Ya te dije que por algún lado tenía fuga.