LA INVITACION
Ya eran doce las personas desaparecidas. El método se repetía. La policía siempre recibía la llamada de alguno de los talleres de la zona, alguien había dejado el vehículo para una pequeña reparación.
Una vez reparado, nadie volvía a recogerlo.
El inspector había seguido varias pistas, la única conexión entre ellos eran las averías. Pinchazos en los neumáticos por clavos. Estaba seguro de que los clavos, eran la clave.
Había conocido a una chica en una fiesta, la invitó a pasar el fin de semana que él libraba.
Ella le llamó y le dijo que le quedaba menos de una hora para llegar. Había parado para tomar un café y despejarse.
Él había trazado un plan, donde la llevaría a comer, qué harían después y donde irían a cenar. Estaba ilusionado y solo quedaba una hora para volver a ver su sonrisa.
De pronto, su instinto le advirtió. Ella tendría que pasar por el tramo en el que los desaparecidos habían dicho haber pinchado.
Le llamó al móvil. Un tono... dos... seis.No respondió. Trató de tranquilizarse y pensó que estaría conduciendo y no podía parar.
Cogió las llaves del vehículo y salió a su encuentro. De camino se percató de lo precipitada de su decisión. No conocía su coche. Ni color, ni marca, ni modelo. Paró y pensó. Se dijo a sí mismo que estaba paranoico.
En comisaría alguien comentó que habían vuelto a denunciar otra desaparición. Habían pasado tres días. Su corazón se estremeció.